lunes, 1 de febrero de 2016

¿Qué pensaría Isidoro?

De niño, con mis hermanos o con los amigos del cole o del parque, jugaba a un juego que llamábamos La Pita, que no era otra cosa que lo que en muchos otros sitios conocían como el Tula o Tulallevas. Pues en esas andan don Mariano y don Pedro, correteando por los pasillos de Zarzuela tratando de pasar a quien se encuentren por los corredores de tal regio lugar, La Pita que su Majestad les transmite cada vez que les estrecha la mano y les dice “¿qué tal si te presentas a Presi?”. Don Mariano, a quién nada más ganar las elecciones del 2011 algún oráculo se aventuraba a llamar como “Marianico el Breve”, y que por lo visto no iba mal encaminado, recoge aquellos frutos sembrados durante estos cuatro años de rodillo devastador, en el que a base de Real Decreto o de Proyecto de Ley libre de enmiendas (más líbranos del mal….) ha dirigido este país sin contar con nadie más que aquellos que aplaudían sus liberales ocurrencias, con la soberbia que permiten las mayorías absolutas. Mientras tanto, don Pedro parece más gallego que don Mariano: no sabe si ir a la derecha o a la izquierda. Que las siglas del partido que ¿dirige? incluyan la palabra socialista, tampoco obliga a nada. Históricamente el PSOE, cuando se ha encontrado con una bifurcación en su camino, siempre ha elegido el camino fácil: el de la derecha. Y yo, que sigo siendo un inocente, aún a mis cuarenta y tantos años (cuarenta y pico, dicen que aparento) tengo la creencia de que don Pedro querría ir allá a dónde los Barones, Baronesas y el Ejército Fantasma, recién llegado de Ochéntame Otra Vez, vía calle de los Alcántara, no van a permitir que se dirija. Habrá a quién le sorprenda ver cómo el de la patada en la puerta o el presunto para algunos señor X, han surgido de algún consejo de administración, vía puerta giratoria para clamar por la pureza de la democracia y en contra de esos rojos con cuernos y rabos y tridentes de tres puntas que amenazan con empujarnos a todos a los avernos más profundos. Pero a mí, que tengo cierta experiencia y algo de memoria, no lo ha hecho en absoluto. Y yo me pregunto: ¿qué pensaría Isidoro de todo esto? Me lo imagino con su chaqueta de pana sonriendo socarrón cuando, después de muerta La Culona, se presentaba a las Generales, ya con su nombre de pila impreso en los carteles electorales que se pegaban en cualquier esquina, en cualquier pared, y escuchaba que los del viejo régimen, reciclados de fachada, le tachaban de rojo con cuernos y rabo y tridente de tres puntas. 

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