sábado, 16 de marzo de 2013

Todavía Creo


A pesar de todo, sigo creyendo en el sistema representativo. Pienso que no es posible meter en el Parlamento a  40 Millones de personas, aunque sea de manera virtual, para debatir todas y cada una de las normas que se deben crear, derogar, desarrollar o modificar. Ni aún en el caso de las más importantes. Lo cual no quita que sí esté convencido de que es imprescindible mejorarlo, articulando la manera de que los ciudadanos puedan y deban participar en relación a la toma de decisiones de forma inmediata a través de referéndums y otros mecanismos de participación directa, pudiendo aprovechar, así mismo, las tecnologías de las que disponemos en la actualidad.
También sería imperativo articular férreos controles a los políticos para evitar el clientelismo, el enriquecimiento y, en definitiva, la estafa social; poner límites a los mandatos y a las percepciones económicas, establecer incompatibilidades entre cargos, profesiones, etc. Es decir, sabemos que el sistema necesita un reinicio cuasi completo.
Los actuales dirigentes y políticos profesionales que nos dirigen han perdido toda credibilidad. Así, por ejemplo, la señora Bañez a la que, hasta el día de hoy nadie conoce más oficio ni beneficio que el que tenía aquella colaboradora de no sé qué cargo de la Diputación de no sé donde, entrevistada en Salvados, ¿os acordáis? y a la que el ínclito Señor Presidente tuvo a bien colocarnos como Ministra de Trabajo, manda güevos, que diría el señor Trillo. Pues bien, para esta Sra., los mayores de 55 años a los que, gracias a su magnífica reforma laboral, les han echado a la calle, no son más que unos vagos que no quieren volver a trabajar y se conforman con cobrar 400 eurazos del ala. Un pastón. Por eso ha decidido quitárselos, a ver si se ponen las pilas y aceptan alguno de esos magníficos empleos que tanto abundan en este país. O mejor, que se vayan a Alemania con sus hijos.
O la Sra. Mato, colmo de los despistes, que se tropieza con Jaguares y demás faunas automovilísticas en su garaje y se cree que es que los regalan con el carrito de la compra de Mercadona (bueno, a lo mejor a algunos, esto sí les ocurre, ¿verdad, Luis?).
O la Sra. de Cospedal y sus ya famosas simulaciones diferidas finiquitadas, o difericiones similitadas finicosas, o….
O el Sr. Oscar López, ahora apoyo, ahora no, a maltratadores ex peperos, mientras la víctima de éste tiene que vivir en el exilio (una más) y, revivir en estos momentos la angustia que le produjo el cerdo sentenciado como tal.
La lista sería interminable. Sin embargo, todo ello, no ha hecho que deje de creer en la política. Más bien al contrario. Estoy convencido que es la solución. La política limpia, claro. ¿O acaso no es política la movilización ciudadana que se produjo el 15M, la actividad de las asociaciones ecologistas, o la de los que se rompen la cara para evitar los desahucios?
Sin embargo, la movilización ciudadana no es suficiente. Ni siquiera, en su vertiente asociacionista. No se puede esperar que estas élites alejadas de sueldos y pensiones ridículas, de hipotecas abusivas, de obligaciones y subordinadas perpetuas e infinitas, de aires irrespirables y aguas y alimentos envenenados arreglen problemas que, para ellos son negocios económicos. Han convertido la sociedad en que vivimos en un tanto tienes, tanto vales, obligándonos, porque así nos han educado sibilinamente, a mirar todo bajo el prisma de la optimización económica. La Sanidad no es rentable, la Educación no es rentable, la Justicia no es rentable. ¿Y por qué tiene que ser rentable? ¿Quién ha dicho que deba ser un negocio?
Por ello, creo en partidos como Equo, o en asociaciones como ATTAC, Stop Desahucios, Plataforma de Afectados por Hipotecas, y en general, todas aquellas que persiguen la Justicia, desde el punto de los derechos de los ciudadanos, considerándoles como seres humanos y no como simples datos económicos y estadísticos andantes.
Y creo porque en éstas no hay profesionales de la política sino trabajadores por cuenta ajena y autónomos, funcionarios, parados, gentes con diferentes inquietudes, alegrías y penas personales, con puntos de vista sobre aspectos vitales en casos diferentes, pero que tienen algo que les une por encima de otras cosas: la convicción de que es preciso asegurar el bien común removiendo las estructuras de un sistema que oprime hasta la asfixia a unos mientras engorda las cuentas en paraísos fiscales de otros.
A ver si nos vamos dando cuenta que hay que dejar de lado algunas de nuestras diferencias y poner en valor lo que nos une: el sufrir a una casta de parásitos a los que hay despojar de sus privilegios antes de que acaben con nosotros. Y no vale quedarse en casa el día de las elecciones o votar en blanco, lo cual es legítimo, legal y hasta democrático, porque es un error, que lo único que consigue es que, con menos votos, los mismos sigan gobernándonos, incluso con más poder, como ya ha ocurrido, por ejemplo en el caso de las últimas elecciones gallegas. En la práctica es lo mismo que votar al PSOE, al PP o lo que terminará siendo igual, al populismo de Rosa Díez (paradigma de político profesional y buscavidas) y su  UPyD. No se puede esgrimir aquello de que todos son iguales, porque no todos los somos. ¿O vosotros sí? 

lunes, 4 de marzo de 2013

Dios Ha Muerto, Señor Ministro


Al Ministro Fernández Díaz en uno de esos momentos de vivencia mística que, de vez en cuando suele padecer, cual si de la mismísima Sta. Teresa de Jesús se tratase, le ha sido revelado que el matrimonio homosexual no asegura la pervivencia de la especie humana. Es una pena que el santo, ángel o arcángel encargado de transmitir tal divina revelación al Señor Ministro, llegara para desvelar sus placenteros sueños nocturnos y no le comunicara que lo que verdaderamente es nocivo para la especie humana que habita todavía esta esquina occidental de la decadente Europa es la permanencia en el Gobierno del Partido del que forma parte y la connivencia del otro, coautor culpable del sistema corrupto que sufrimos y en el que nos hacen vivir; que lo que realmente es deplorable es seguir sustentando un régimen que fomenta la usura, la avaricia, la injusticia y la infamia por encima del bienestar de las personas, independientemente de las preferencias de alcoba que cada uno tenga; hubiera estado bien que la etérea aparición le hubiera explicado que, lo que ciertamente le debiera preocupar es que los jóvenes patrios huyan despavoridos de su santa tierra, cristiana, apostólica y romana, a buscarse las habichuelas a Alemania y más allá; que la gente se tire de los balcones en la desesperación de acabar con una vida arrebatada por banqueros, políticos y empresarios que priman el derecho al beneficio económico sobre el derecho a poder disfrutar de una existencia digna teniendo, incluso, la decencia, la dignidad y el orgullo de ni tan siquiera, llevarse con ellos a alguno de aquéllos que les empujan al abismo; que lo realmente indigno y preocupante es seguir soportando peinetas indecentes, finiquitos diferidos, hologramas simulados y demás memeces de semidioses engreídos y prepotentes a los que nuestra inactividad han dado alas para, además de saquearnos y despojarnos de nuestros derechos, reírse en nuestra cara de nuestras miserias; que lo verdaderamente pernicioso para la salud mental de las personas es reprimir una vida sexual sana bajo una temible sotana negra, porque luego los instintos corren desbocados en busca de las braguetas de los niños inocentes; que la especie humana está en peligro no porque dos personas se amen, aunque en su entrepierna tengan un mismo órgano reproductor, sino porque el señor Rajoy, su Presidente, tiene un primo que le dijo que lo del cambio climático no era cierto y por ello nos liamos a destruir el ecosistema, a ensuciar nuestro aire, a envenenar nuestras aguas y nuestros alimentos, a tentar a la suerte y esperar, con la ayuda de Dios, que no nos suceda a nosotros lo de Fukushima, en lugar de aprovechar nuestros recursos, que los tenemos, para alcanzar una sociedad comprometida y responsable con el Medio en el que tendrán que vivir, ella y sus descendientes.
Así que, Señor Ministro, acuérdese que Dios murió en el siglo XIX, lo dijo Nietzsche, y ahora nos toca a las personas sacar las cosas para adelante, por tanto, no se escandalice si la gente termina por hartarse definitivamente de las élites parasitas que nos manipulan y acaba surgiendo un o una Pepito o Pepita Grillo o Grilla, que además, de mandarles de viaje a las Islas Vírgenes, resulte que tenga en su dormitorio a alguien que no sea de su agrado. Estamos en ello, pero, tenga por seguro que cuando surja, no seré yo quien le pregunte con quien se acuesta.