domingo, 13 de noviembre de 2011

La Democracia Ha Muerto, Viva La Democracia

Es curioso como resultamos ser, al final, observadores de secuencias, de procesos y de tiempo. Como después de tanta lucha, esfuerzos y sin sabores, seguimos siendo simples actores secundarios de una historia escrita por y para aquellos que a su antojo dirigen sus negocios con el objetivo de acrecentar más y más el poder que siempre han tenido. Parece que la historia no dejará de ser un "cambiar las cosas para que todo permanezca igual" en el que, ya sean señores feudales, monarcas absolutistas, dictadores, nobles o grandes magnates han ido manejando a los ayer siervos, hoy ciudadanos en favor de sus intereses personalistas. Hoy asistimos como si tal cosa a un hecho que, a mí personalmente, me entristece y me indigna a partes iguales. Curiosamente en dos de los territorios más antiguos de Europa, cuna de lo que para bien o para mal, ha sido lo que hoy somos, como cultura occidental, de sistemas como la república o la democracia, e independientemente de la opinión que me merezcan los líderes políticos que han gobernado últimamente estos países, la opinión del pueblo, su soberanía, su voluntad, expresada en las urnas ha sido ultrajada sin reparo, produciéndose un auténtico golpe de estado de los manidos mercados imponiendo a sus habitantes un gobierno de gente que no ha sido elegida por ellos. Lo que hace poco era propio de militares antipatriotas, hoy lo ejecutan Godman Sachs y compañía. La Democracia ha muerto. Esto debería hacernos despertar de verdad de una vez. La Democracia debe renacer pero con nuevas formas y nuevas fuerzas. Debe volver a tener valor. Quizás un valor que nunca ha llegado a tener. Está en nuestras manos. Porque nuestras vidas son nuestras y tenemos el derecho a dirigirlas. Y tenemos el derecho a ser dirigidos por aquellos que nosotros elijamos y de la manera que nosotros decidamos. Por ello considero que además de las corrientes de opinión, o las acciones en la calle, es imprescindible que ejerzamos nuestro derecho electoral de una forma responsable, apostando por gente nueva, que promueva la horizontalidad, la participación, que consulte con los ciudadanos los asuntos que tienen que ver con las cosas importantes de la vida. Gente que no nos haya fallado. Si pensamos en el todos son iguales, estaremos pensando en el todos somos iguales y yo me niego a creer que soy igual que ellos. Pongamos límites, controles al poder. Pero decidamos de manera positiva, votando. Ahora mismo, es de los pocos derechos que nos igualan a ricos o pobres, a monarcas y parados. No lo tiremos a la basura. No creamos en lo que ha habido hasta ahora. Creamos en nosotros. Tenemos en nuestra mano regenerar la Democracia. Cierto, la Democracia ha muerto, pero, ¡viva la Democracia!

jueves, 3 de noviembre de 2011

Órdago A La Griega

¡Órdago a la Griega!, gritó el señor Papandreu mientras jugaba al mus sobre el tablero de Europa. Mientras tanto y al oír el arrebato, al tándem mesiánico, Merkel-Sarkozy, le temblaron las piernas y el sudor les resbaló sobre sus sienes pensando en la que se les venía encima. ¿Sería verdad lo que decía aquel vago y vividor habitante de las tierras del sur, o sería una bravuconada propia de aquellas latitudes? ¡Cómo se le podía ocurrir darle voz al pueblo! ¿No había quedado claro que eso de la Democracia había dejado de ser el gobierno del pueblo (si es que alguna vez lo fue) para convertirse en una oligarquía en donde a los ciudadanos se les permitía elegir a la élite que quería les gobernase una temporada y éstos lo harían en función de sus supremos intereses? Sin embargo a mí, llámenme ustedes romántico o inconsciente, me gusta la idea del suicidio colectivo en forma de Referéndum. Cuando a una sociedad como a la griega, se les da a elegir entre el caos o el caos, la elección es sencilla. Hasta ahora, en un problema de endeudamiento como el actual, sólo pagaban las consecuencias del despilfarro los más débiles, los endeudados. Toca ahora que los que repartían dinero a diestro y siniestro, multiplicando beneficios a la par que riesgo de impago asuman la parte que les corresponda. Está claro que las políticas de austeridad a las que nos obligan las hordas franco-germanas no están dando ningún resultado, salvo el negativo para el conjunto de la población. En España llegamos a sobrepasar los 4.300.000 parados. Cuando éstos con sus respectivas familias dejen de cobrar los subsidios por que se hayan agotado no van a esperar a que les llueva el maná del cielo. Que se abarate el despido no va hacer que los empresarios contraten a más gente, sino que van a permitir que éstos despidan a más trabajadores. La inmensa mayoría de los contratos de trabajo que se firman en la actualidad son temporales. ¡Vaya sorpresa! Qué empresario va a hacer indefinido a un trabajador si le puede hacer contratos temporales indefinidamente y no renovarle cuando lo considere oportuno. En fin, el órdago griego, quizás quede en nada pero lo que sí ha dejado suficientemente claro es el miedo que demuestran nuestros dirigentes a que el Pueblo pueda decidir sobre los asuntos que afectan directamente a su propia vida, sobre cómo se quiere vivir o morir. Y por supuesto la imperiosa necesidad de que el Gobierno sea devuelto al Pueblo soberano, que en nuestras sociedades, suele ser mayorcito y bastante más responsable de lo que se creen nuestros Señores Feudales. Así que en citas como en las del 20 N tenemos todos, no sólo la oportunidad sino la responsabilidad de no permitir que aquellas fuerzas políticas que han permitido que llegásemos a esta situación mantengan sus posiciones de privilegio, posibilitando con sus políticas de injusticia social, el crecimiento de la brecha entre ricos y pobres y confiar en aquellas nuevas opciones formadas por ciudadanos que pretenden un cambio de sistema social, que abarcan medidas más allá de la simple toma de decisiones puntuales, y que tienden a una más profunda transformación, incluso moral, de nuestra sociedad.